Thought seven
Hay que añadir, que la distancia
entre Reykjavik y Bíldudalur es de unos 420km, pero aun así el viaje puede
prolongarse hasta 6 horas (o más), porque lo de las carreteras en Islandia es
una cosa inexplicable. No entiendo como un país tan rico, puede tener unas
carreteras tan tercermundistas. Para que
os hagais una idea, la mejor carretera en Islandia (excepto una autopista que
hay por aquí, que creo que es bastante cortita) es como una nacional con arcén
pequeño en España, y claro...logicamente el límite de velocidad en el país es
de 90km/h como mucho.
El viernes comenzó la aventura y
fuimos de montañismo (hiking en inglés). El día estaba bastante feo, nevaba
mucho, pero aun así fue bien. Estuvimos hasta mediodía y volvimos a la cabaña
para comer e ir a un festival de música que había como a 120km, festival muy
famoso al que toda la gente de Islandia estaba yendo este fin de semana. Nos
quedamos atascados en la nieve (creo que nunca habia visto tanta nieve), y
tuvimos que dar marcha atrás y volver ¿a la cabaña? ¡NO! Porque de camino
encontramos otro maravilloso hot pot, y nos metimos en él.
Para quien no lo sepa. Los hot
pot, son agua caliente natural, y cuando digo caliente, es caliente (40º-43º,
depende, no todos son iguales). Es una pasada estar metido en uno, mientras te
nieva encima y ves el océano y las montañas. Después puedes hacer la clase de locuras de salir del agua y tirarte en la nieve a hacer ángeles. Para ejemplos la foto (sí soy yo).
Los días siguientes fueron muy
parecidos. Todo el día por la montaña, viendo paisajes alucinantes y bañándonos
en hot pots. El sábado el coche casi se nos queda sin gasolina, y tuvimos que
dar la vuelta a la última gasolinera que habíamos visto, porque en Islandia, si
sigues para adelante, nunca sabes que te espera a la vuelta de la esquina (por
cierto teniendo en cuenta el nivel de vida de aquí, la gasolina no es tan
cara). El domingo fue especialmente bueno por la noche, cuando uno de los
chicos del viaje cocinó una pedazo de cena (riquísima) a modo de celebración de
Pascua, y pintamos huevos cocidos y nos los intercambiamos. También hubo cosas
típicas alemanas, polacas,...y de otras muchas nacionalidades.
El lunes de vuelta a Reykjavik.
Eso sí...sin desperdiciar la oportunidad por el camino de seguir viendo cosas y bañándonos en los maravillosos ¡hot pots! De hecho llegamos como a las 2AM.
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